Para realizar un adecuado diagnóstico de la depresión la herramienta más útil que poseemos es la entrevista clínica, que servirá para obtener la información necesaria tanto del paciente como de sus familiares o entorno cercano. Los criterios diagnósticos de los síndromes depresivos se recogen en las guías DSM- V y CIE-10. La sintomatología deberá estar presente durante 2 semanas y destacan el ánimo decaído, la anhedonia, las alteraciones en el sueño, los sentimientos de culpabilidad etc. Es importante determinar la cronología y preguntar por episodios similares en el pasado o por la existencia de ideación autolítica. Asimismo, se deben descartar episodios de mania previos, otras afecciones médicas o el abuso de sustancias.
Se estima que aproximadamente el 50% de los pacientes con síndromes depresivos no están diagnosticados y, muchas veces, a no ser que el facultativo pregunte directamente por el estado de ánimo, los pacientes tienden a omitir este tipo de información. Por tanto, esto nos plantea la hipótesis de la utilidad de un método de cribado y, a día de hoy, las recomendaciones varían según el país y no existe un consenso unificado. Se han desarrollado varios instrumentos de cribado pero con un índice de hasta el 50% de falsos positivos en los resultados, lo que pone en duda su efectividad. No obstante, ante la sospecha de un síndrome depresivo se recomienda realizar las dos siguientes preguntas y en caso de respuesta positiva, realizar una entrevista diagnóstica más profunda:
La conducta suicida es la consecuencia más grave de no realizar un diagnóstico y tratamiento precoz de la depresión siendo importante para su prevención identificar y abordar sus factores de riesgo (irritabilidad, trastornos psiquiátricos, mala adherencia al tratamiento, edad avanzada, aislamiento social, dolor crónico, sentimientos de fracaso personal etc). Asimismo, es preciso conocer la progresión de las ideas y conductas suicidas que presentan los pacientes con el fin de reducir su intencionalidad. Se deberá proporcionar al paciente los recursos necesarios para el autocontrol y se intentará facilitar el soporte necesario en su entorno socio-familiar.
En las personas con depresión que responden al tratamiento con antidepresivos, se recomienda mantener el tratamiento, a la misma dosis que resultó eficaz en la fase aguda, durante al menos 6 meses tras la remisión, extendiéndose el tratamiento al menos 2 años en los siguientes casos:
Las personas tratadas por depresión que tienen síntomas residuales o se considera que tienen un riesgo significativo de recaída deben recibir las intervenciones psicológicas adecuadas.
Las consecuencias de la no adhesión al tratamiento pueden ser clínicas: retraso de la recuperación, aumento de la morbilidad, insatisfacción del médico y del enfermo, (no obtienen la respuesta esperada). Esto a su vez puede conducir a intensificar o añadir nuevos fármacos al no lograr el objetivo terapéutico, con el consiguiente riesgo de aumento de efectos secundarios o interacciones.
Pero también conlleva repercusión económica: aumento del número de visitas no programadas, mayor número de interconsultas, hospitalizaciones, pruebas complementarias a veces innecesarias, y gastos asociados a producción/financiación de fármacos que no se consumen o se hace de manera inapropiada.
La “falta de inicio o intensificación del tratamiento cuando está indicado” . El término inercia clínica (IC), mas amplio, abarca no solo la fase de tratamiento de la enfermedad, sino también la inercia diagnóstica.
El paciente debe ser informado y saber que la depresión que padece es un trastorno del ánimo, de gravedad variable, que ocasiona una reducción significativa del funcionamiento de la persona. La originan la conjunción de diversos factores, disponiendo hasta ahora de distintas opciones y estrategias de tratamiento que ayudan al manejo de este trastorno.
La magnitud de la gravedad, en la depresión, condiciona la elección del tratamiento antidepresivo más apropiado. Por esa razón, la estrategia para una intervención más adecuada incluye determinar un plan terapéutico, prescribir el tratamiento farmacológico si la gravedad del episodio y los antecedentes del paciente así lo indican, a su vez establecer un seguimiento de la intervención, una evaluación continuada del estado psicopatológico del paciente y reevaluación diagnostica, si se precisa .
El paciente, así como su entorno más próximo, debe tener información sobre cómo actúan los fármacos antidepresivos, como y durante cuánto tiempo debe tomar el tratamiento farmacológico, además de los eventos adversos frecuentes y los más molestos. Deber conocer cuánto tiempo tardara en percibir los efectos del tratamiento y el curso de la respuesta. En consecuencia, hay que involucrarlo, hacerlo participe de la elección del tratamiento y concienciarlo en que lo tome de forma correcta y continuada en el tiempo, con el fin de favorecer la adherencia y asegurar su recuperación y evitar las recurrencias .
El objetivo principal es restaurar el funcionamiento basal del individuo, lograr la recuperación, en la que la persona no continúe experimentando sintomatología clínicamente significativa y retorne a su nivel basal de funcionamiento, durante un periodo sostenido de tiempo .
El objetivo en el primer episodio o un episodio único es hacer una atención centrada en el paciente, personalizada e individualizada. El objetivo es la remisión completa del episodio, remisión de la sintomatología (incluidos los síntomas subclínicos) y recuperación funcional del sujeto .
En el trastorno depresivo crónico y/o recurrente los objetivos son reducir los síntomas de depresión, la conducta suicida y la recaída o recurrencia de los síntomas; además de mejorar el estado cognitivo y funcional .
El objetivo en la depresión en el adulto mayor (< 60 años) es el manejo integral del trastorno depresivo, estableciendo un tratamiento que permita reducir los síntomas de la depresión, la conducta suicida, la recaída o las recurrencias de los síntomas .
El trastorno depresivo que no alcanza una remisión tras 2 o más pautas de tratamiento adecuadas, depresión resistente al tratamiento, debe volver a reevaluarse e implementar estrategias que ayuden a una resolución exitosa del episodio depresivo,7. Las opciones a seguir son el sustituir por otro antidepresivo o combinar antidepresivos o potenciar el tratamiento con otros fármacos no antidepresivos .
Lo primero sería identificar los factores asociados al paciente y a la medicación, que pueden estar influyendo en una respuesta insuficiente a la pauta de tratamiento. Por tal motivo, debe de barajarse las distintas situaciones e intervenir en consecuencia .
Entre los factores asociados al paciente, he de destacar:
Dentro de los asociados a la medicación antidepresiva, subrayar:
La estrategia de actuación debe centrarse fundamentalmente en la optimización de dosis, la potenciación, la combinación de antidepresivos o el cambio de antidepresivo por otro de la misma familia o con distinto mecanismo de acción .
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